jueves, 29 de diciembre de 2011

En tren, barco o sobre una mula

AZSA muestra la evolución del transporte en la empresa en las jornadas de puertas abiertas de su archivo
28.12.11 - 02:38 -
JOSÉ L. GONZÁLEZ | AVILÉS.


Hay que fijarse. No ocupa más que un renglón en un enorme libro de asientos contables, donde las letras se dibujan con una caligrafía que ya no se ve. Dice exactamente: «422 varas de camino de hierro». Esa pequeña anotación, una más de las múltiples compras que la Real Compañía Asturiana de Minas realizó en diciembre de 1836, supone uno de los hitos históricos que se pueden ver en las jornadas de puertas abiertas del archivo histórico de AZSA, el primer paso para la construcción de la primera vía férrea de España. «No se trata de un ferrocarril, porque no lleva locomotora, sino tracción de sangre», explica Alfonso García, el encargado de cuidar de esta joya documental, que cada año abre sus puertas con una muestra temática y que, hasta el viernes, dedica al transporte.
El asiento de ese pedido da una idea de la iniciativa que ha guiado a esta empresa desde su nacimiento. Tan sólo tres años después de su creación, sus responsables vieron en el nuevo invento una fórmula eficaz para mover sus carretas por el interior de la mina, y para trasladar productos y herramientas al embarcadero de la concha de Arnao, desde donde luego pasaban al muelle de San Juan, en la ría de Avilés.
El avance fue el primero de una larga lista de cambios en el transporte que discurren paralelos a la evolución de la empresa, y que también cambiaron para siempre la fisonomía del concejo.
En esos primeros tiempos, con el carbón como único negocio, antes de la explotación del cinc, eran las gabarras y los veleros los medios de los que se valían los responsables de la firma para llevar el carbón al muelle de San Juan. Numerosos documentos originales dan cuenta de una época que daría paso a la locomoción por vapor y que, en tierra, convivía aún con los caballos y las mulas. «En 1873 se encargó la construcción de un vapor a una empresa de Escocia. Era el vapor Arnao», explica Alfonso García sobre un barco que trabajó durante casi cien años cubriendo una línea que comunicaba esta localidad con la población de Amberes.
Quince años antes, la entonces Real Compañía Asturiana de Minas ya había dado un nuevo salto cualitativo en el transporte de mercancías: la construcción del túnel de Arnao. No fue sencillo. A las labores de perforación de la montaña, había que sumar la instalación de, esta vez sí, un ferrocarril que comunicase la factoría de Arnao con el muelle de San Juan. Entre una y otro, una terreno muy inestable con inmensas dunas. «La solución fue hacer una plantación masiva de pinos para conseguir que el terreno se asentase. Es curioso, pero ahora la empresa está haciendo el mismo proceso, aunque con objetivos distintos», explica Alfonso García.
Por aquel entonces, los medios de locomoción mecánica estaban reservados a trabajos de empresa, a movimientos de materiales o productos terminados. Eran tiempos en los que los trabajadores acudían a pie a la fábrica o, los más afortunados, a lomos de un burro o una mula. Un grupo de asalariados, los dirigentes, tenían un poco más de suerte. Documentos expuestos en las salas del archivo atestiguan la existencia de diligencias que trasladaban a la factoría a los cuadros directivos. «Eran como las del oeste. Hay que darse cuenta de que son coetáneos a las historias de Bufalo Bill», señala Alfonso García.
Pero la democratización del transporte también llegó a esta empresa. Fue a principios del siglo XX, con el nacimiento del tranvía y la proliferación de la bicicleta. «La mayoría de los trabajadores venían a la fábrica en bicicleta», explica el responsable del archivo.
De aquel primer tranvía, conocido como la chocolatera, se pasó a la electrificación de la línea, al nacimiento de la Compañía del Tranvía Eléctrico, que vertebró los concejos de Avilés y Castrillón con su recorrido. Cambios todos ellos que se recogen en esta exposición que sirve para, echando la vista no tan atrás, reconocer un paisaje y unas formas de trabajo que ya no volverán.

Documentos recogen la primera vía férrea de España o la compra del Arnao, el vapor que trabajó cien años para la compañía

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